jueves, 18 de octubre de 2012

Museo Nacional de Ciencias Naturales

        Como se nos ha propuesto el Museo de Ciencias como inspiración para el tema de exposición, la visita era casi obligada. Desde la última vez que estuve por allí ya han pasado varios años y, en realidad, el museo no ha cambiado mucho, pero yo sí. El espacio de exposición parece más pequeño y todo mucho más junto, pero soy yo el que ahora soy más grande y hago recorridos más largos, es una sensación un tanto extraña pero divertida.
      Hay algunos animales que siguen siendo imponentes; el elefante en un lateral cerca de la entrada, el esqueleto de ballena si al levantar la cabeza y verlo imaginas que estás buceando un poco más abajo que él, las tortugas marinas (tan negras ellas sobre el blanco de la pared) perdidas allá en las escaleras. Pero, por ejemplo, el hipotético hombre lagarto que se supone que seríamos si los dinosaurios no se hubieran extinguido ya no me mira a los ojos sino que le saco una cabeza. Así no impresiona tanto, claro.
       Y no sólo sobre el hombre lagarto ha cambiado mi interés, después de otras exposiciones y conociendo la naturaleza por otras partes, que simplemente te presenten a los especímenes disecados con alguna explicación no basta para llamar la atención. Las exposiciones temporales temáticas parecen verse como con más sentido, dejan ver que de todo lo que hay se puede sacar un contenido coherente e intencionado, no sólo una cantidad de sujetos amontonados. Parece que eso lo saben en el museo y por eso hay tres o cuatro funcionando a la vez. Normalmente funcionan de principio a fin con una entrada y una salida, como la del Mediterráneo; pero es algo cansado si no estás realmente interesado, por eso yo empecé por el gran final, el calamar gigante (que da un poco sensación de conserva echada a perder, pero aún así impacta su tamaño tan de cerca) y luego vuelta atrás por la fauna ibérica.
        La sala principal en cambio se recorre a salto de mata, primero aquí luego allá, aprendiendo en todas partes pero sin echar en falta nada si no ves la exposición entera. Además están ahí incluídos el elefante y la ballena dando casi la impresión de que están porque tienen que estar, porque es muy costoso moverlos a cualquier otro sitio.
       Irónicamente, las partes del museo que más me han llamado la atención han sido precisamente las que evocaban los comienzos, el típico aire de museo de ciencias que muchos tenemos en la cabeza. Precisamente la imagen que el museo quiere cambiar con sus nuevas exposiciones haciendo algo más cercano al carácter actual (y no al del siglo XVIII). Para ello también se han creado visitas virtuales a la parte de "Minerales, fósiles y evolucion humana" y para la del propio Real Gabinete. Seguramente será por lo que yo ya traía en mente pero para mí fue más evocadora la representación del almacén y la sala del Gabinete o la conmemoración de la historia del edificio. Parece que se han quedado un poco a medio camino con lo del nuevo diseño y, ante mi falta de ideas para mejorarlo, me resulta mucho más cómodo meterme dentro del ambiente estudioso del Gabinete, casi de papel y pluma, en mi idea romántica sobre el asunto. La madera frente al hierro y la tecnología.



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